Estación Intermodal de Abando Indalecio Prieto. Adecuación del aparcamiento.
Autor/ esYoana Urralburu Soto, Mª Teresa Apezteguía Elso, Begoña García Gordo, Juan Carlos Linares Fernández, Silvia Saldaña Vela
Cliente
ADIF
Ubicación
Calle Bailén, 2
48003 Bilbao, Bizkaia
Estado
Obra acabada en 2017
Superficie
3.500 m2
Autor fotografías/infografías
Pedro Pegenaute
El trabajo contratado consistía en llevar la dirección de obra de la reparación estructural de la zona de suelo del aparcamiento de la estación intermodal de Abando.
El proyecto de ejecución estaba redactado por el ingeniero de caminos, canales y puertos Leendert de Haan, colegiado 23067, y se limitaba a actuar sobre la estructura de hormigón, notablemente deteriorada y con pérdida de resistencia, para conseguir su seguridad y consolidación, sin atender a ningún otro aspecto relativo al suelo del aparcamiento superior. Dicha superficie era una gran extensión de asfalto, con vistas a la ría y al casco antiguo, situada privilegiadamente en el centro de Bilbao, pero que, a pesar de sus condiciones de localización y su gran potencialidad, era un área sucia y degenerada que no contribuía, en ninguna manera, a la mejora de las degradadas calles del entorno.
Desde el primer momento tuvimos claro que este trabajo era una oportunidad que no podíamos perder, que teníamos la obligación de ir más allá de lo que se nos pedía en el contrato y de tratar de mejorar este punto tan complicado de la ciudad, no solo para las personas usuarias del aparcamiento sino también y sobre todo para los vecinos y vecinas de la zona.
Por este motivo, al tiempo que íbamos limpiando de óxido el hierro visto de los hormigones deteriorados y aplicando sobre ellos morteros estructurales de alta resis¬tencia según las determinaciones del proyecto, íbamos redefiniendo el plano superior de la cubierta como un suelo urbano de alta capacidad. Y todo ello, por supuesto sin incremento de presupuesto, negociando partida por partida, sacando de los excesos de medición, o de intranscendentes cambios de las soluciones constructivas, el dinero que nos iba permitiendo pagar las modestas, pero tan necesarias actuaciones de mejora y recualificación de este suelo de la ciudad.
Y así, al poco tiempo de iniciar los trabajos de derribo, descubrimos que bajo el asfalto existía una anterior pavimentación de adoquín de piedra natural que, por incomprensibles motivos para nosotros, había sido cubierta por el material continuo utilizado en los firmes de caminos y carreteras.
La significación de estos dos materiales es completamente diferente ya que mientras el asfalto prioriza el uso del automóvil, el adoquín da antelación al peatón. Y por este motivo, decidimos sacar el empedrado a la luz, aunque tan solo en algunas zonas según las posibilidades que nos dio el manejo presupuestario, combinando los dos materiales, piedra y asfalto, en una suerte de simbiosis que habla de la necesaria convivencia de uso entre el hombre y la máquina.
La supresión de las pequeñas aceras que hacían que los caminantes solo pudieran transitar por estrechas y perimetrales bandas fue otra de las grandes decisiones de diseño que permitieron, sin desembolso económico alguno, que los transeúntes se pudieran mover con libertad por la totalidad de la superficie de intervención.
Un sencillo rediseño y reposicionamiento de las marquesinas existentes a las que se cambió la chapa de cubrición, la inclusión de pequeños topes de piedra en el suelo para regular sutilmente la convivencia entre vehículos y peatones y algunos toques de pintura completaron la actuación en el sobre superior. Pero un análisis tan inmediato como el anterior nos descubrió que la degradación no solo existía en el nivel superior del aparcamiento, sino que afectaba también, y todavía en mayor grado, a su base. Es decir, al contacto de la estructura que estábamos reforzando con la calle Bailén. La fachada totalmente degradada de los locales, en los que quedaban aparcados diariamente los coches del personal trabajador y nocturnamente algunos trenes de FEVE, no hacía sino empeorar la situación del barrio. Y si a esta circunstancia se le sumaba la gran pendiente de la calle, el resultado era el cierre de muchos de los locales del otro lado.
Así que, ya que estábamos actuando sobre una estructura deteriorada pero verdaderamente bella en forma y proporciones, ¿por qué no manifestarla al exterior como lo que ya era? Una gran logia ritmada que, mediante un cierre de chapa perforada plegada, dejaba intuir la vida motora que existía al otro lado de la misma, sin negarla sino dignificándola. Es así como, sobre una base pétrea cubierta de mortero basto que se iba escalonando según la pendiente de la calle, apareció el ritmo de las ventanas traslúcidas de chapa de acero corten que, por otra parte, permitían la entrada de luz a las cocheras, mejorándolas aun cuando su uso seguía siendo el de aparcamiento.
Y finalmente, aprovechando que las barandillas del aparcamiento superior no cumplían las normativas actuales en cuanto a altura y escalabilidad, llevamos a cabo un pequeño modificado que nos permitió, además de cumplir dichas normativas, coronar el alzado de la calle Bailén con un peto, también de acero corten que permitió rematar la fachada.
En resumen, nuestra intervención consistió en optimizar el gasto de un dinero público que se iba a enterrar en un espacio de aparcamiento de trenes y coches, para mejorar la calidad urbana de una calle de Bilbao y convertir la superficie de la cubierta en una gran plaza en la que se demostró que era posible la convivencia de coches y peatones ya que, a día de hoy, los transeúntes la atraviesan tranquilamente, sin peligro de su integridad física.